Al encender una vela, se pone en marcha el fuego sagrado, capaz de transmutar la energía.
La luz, el fuego y el color de las velas se combinan para alumbrarnos y darnos el sentido que buscamos. Los rituales se basan en la idea de iluminación: al encender una vela se establece una correspondencia entre su luz y la luz del interior de quien la prende.
Por eso, el ritual es una manifestación de lo que llevamos dentro, es una manera de acercarnos a elementos mágicos y poderosos para transformar nuestra vida, nuestra realidad.
Encender una vela es un ritual solitario y personal. Somos nuestro propio ángel, nuestro propio dios, pequeños magos tratando de hacerse a sí mismos. No es poco: las velas nos ponen en nuestras propias manos.
Somos nuestra exclusiva responsabilidad.
Dónde reside el poder de las velas?
En el “arte” de la Magia las velas son usadas para dirigir el poder de un pedido. Simbolizan la transformación de la voluntad en energía, que se eleva al plano astral a medida que se consume.
FUEGO = ESPÍRITU
Es decir, el poder de las velas está en el fuego, y el poder del fuego está en cada uno de nosotros.
Encender una vela es activar la analogía de iluminar todo lo oscuro, dominar lo oculto a través del Elemento fuego.
Esta es una tarea mágica y transformadora.
El simbolismo de las velas nos ofrece poder desarrollar y sacar a la luz nuestro poder interior, pues, desde siempre el ser humano ha necesitado de mediadores materiales para cualquier tipo de trabajo mágico.
El uso consciente de la manipulación de esa energía que movemos al encender una vela nos otorga un alto poder de concentración a través del acto mágico y ritual de encenderla y multiplicamos las energías de que podamos disponer en ese momento.
ya que establecemos una sutil conexión con fuerzas naturales que todos llevamos dentro. De ahí se desprende como de vital importancia la concentración y la meditación en todo acto mágico.
Para poder poner en marcha el poder de las velas es preciso incluir el componente esencial: la fe.
Que se activa teniendo confianza en lo que vamos a hacer, pues es la fuerza interna que va a revertir una situación posibilitando el cambio deseado.
La luz, el fuego y el color de las velas se combinan para alumbrarnos y darnos el sentido que buscamos. Los rituales se basan en la idea de iluminación: al encender una vela se establece una correspondencia entre su luz y la luz del interior de quien la prende.
Por eso, el ritual es una manifestación de lo que llevamos dentro, es una manera de acercarnos a elementos mágicos y poderosos para transformar nuestra vida, nuestra realidad.
Encender una vela es un ritual solitario y personal. Somos nuestro propio ángel, nuestro propio dios, pequeños magos tratando de hacerse a sí mismos. No es poco: las velas nos ponen en nuestras propias manos.
Somos nuestra exclusiva responsabilidad.
Dónde reside el poder de las velas?
En el “arte” de la Magia las velas son usadas para dirigir el poder de un pedido. Simbolizan la transformación de la voluntad en energía, que se eleva al plano astral a medida que se consume.
FUEGO = ESPÍRITU
Es decir, el poder de las velas está en el fuego, y el poder del fuego está en cada uno de nosotros.
Encender una vela es activar la analogía de iluminar todo lo oscuro, dominar lo oculto a través del Elemento fuego.
Esta es una tarea mágica y transformadora.
El simbolismo de las velas nos ofrece poder desarrollar y sacar a la luz nuestro poder interior, pues, desde siempre el ser humano ha necesitado de mediadores materiales para cualquier tipo de trabajo mágico.
El uso consciente de la manipulación de esa energía que movemos al encender una vela nos otorga un alto poder de concentración a través del acto mágico y ritual de encenderla y multiplicamos las energías de que podamos disponer en ese momento.
ya que establecemos una sutil conexión con fuerzas naturales que todos llevamos dentro. De ahí se desprende como de vital importancia la concentración y la meditación en todo acto mágico.
Para poder poner en marcha el poder de las velas es preciso incluir el componente esencial: la fe.
Que se activa teniendo confianza en lo que vamos a hacer, pues es la fuerza interna que va a revertir una situación posibilitando el cambio deseado.
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