Esta noche es Luna Llena. Es una oportunidad más que beneficiosa para nutrirnos de Amor Divino.
Aquí, en letras, una meditación con breve ritual y más abajo, la misma meditación narrada desde mi canal de youtube. Tú decides cuál usar
Enciende una vela (blanca, plateada o gris) luego de vestirla
con aceite esencial de rosa, jazmín, lavanda o aceite de oliva o almendras. Enciende también un incienso de tu agrado y apaga la mayor cantidad de luces posibles. Ilumínate, si es posible, con la luz de la vela encendida y nada más.
Presta atención al proceso, respira. Toma conciencia de tu respiración pausada. Tu mente se aquieta y sólo prestas atención a tu respiración. Si aparece algún pensamiento lo invitas a retirarse, incluso puedes decirle que más tarde lo atenderás. Ahora, lo único presente es tu respiración.
Tu ritmo, conscientemente, disminuye y te centras en lo que estás haciendo aquí y ahora. La respiración siempre nos trae al tiempo presente, por eso es importante prestar atención a la respiración unos instantes al día.
Respira. Sé bien consciente de ello. Inhala por la nariz,
exhala por la nariz. Cierra los ojos y vuelve a respirar. Relaja tu cuerpo. Siéntelo. Toma consciencia de las partes que lo componen. Recórrelo mentalmente y ve relajando cada parte. Pies, pantorrillas, muslos. Cadera, glúteos y pelvis se relajan ahora. Siente la distensión en tus órganos internos y pasa a relajar el pecho y la espalda. Descansa los hombros, el cuello, brazo, antebrazo y manos. Siente la temperatura de las palmas de tus manos. Vuelve a repasar el cuello y descansa la garganta, el mentón, las orejas, la lengua, la nariz, los ojos, las cejas, la frente, el cuero cabelludo. Todo tu cuerpo está pesado y los pies fuertemente adheridos al suelo.
Respira. Respira. Respira.
Mientras lo central es tu respiración, levanta ambas manos en forma de "U" abierta y agradece todo lo que te trajo hasta aquí. Hasta este tiempo único de aprendizaje profundo. Agradece y siente como ese agradecimiento sale y se expande desde tu chakra corazón. Es una enorme esfera de color rosa brillante que hace cosquillas en tu pecho. Cada vez es más grande y cambia de color a un dorado profundo. Ahora, es más grande todavía, está a punto de salir de tu pecho y sientes la vibración armoniosa de la felicidad que te produce el agradecimiento que surge del amor que habita en ti, reflejo del Amor de la enegía Femenina que lo ha creado todo. La esfera es ahora de un intenso color plateado brillante. Se ha expandido y te cubre totalmente. Desde ahí, el agradecimiento se expande al mundo y se multiplica.
Deja la mano izquierda en alto, baja la mano derecha y coloca la palma de la mano paralela al suelo. Recibe a través de la palma izquierda la energía más pura y radiante, se mezcla con la esfera que te cubre, la purifica aún más, elimina de ti cualquier impureza energética y se lleva todo dolor o densidad sin que debas pensar en ello. Tu confianza es tal que puedes ver como pequeños trocitos oscuros y opacos de energía se van por tu brazo derecho y salen a través de la palma de la mano siendo absorbidos inmediatamente por el suelo que cubre la tierra que todo lo transmuta.
La energía de la Madre es así. Todo lo da, pero todo lo recibe. Ella tiene la capacidad única, fuerte y viva para liberarte de aquello que ya no debe estar en tu vida y llenarte de las bendiciones de la luz y el amor incondicional que nos enseña.
Respira. Ponte en posición cómoda. Toma consciencia de tu cuerpo. Vuelve a agradecer. Sacúdete un poco para despejar el excedente de energía y que retorne a la Fuente. Y, por último, si lo deseas, toma nota de la experiencia.
Aquí, en letras, una meditación con breve ritual y más abajo, la misma meditación narrada desde mi canal de youtube. Tú decides cuál usar
Enciende una vela (blanca, plateada o gris) luego de vestirla
con aceite esencial de rosa, jazmín, lavanda o aceite de oliva o almendras. Enciende también un incienso de tu agrado y apaga la mayor cantidad de luces posibles. Ilumínate, si es posible, con la luz de la vela encendida y nada más.
Presta atención al proceso, respira. Toma conciencia de tu respiración pausada. Tu mente se aquieta y sólo prestas atención a tu respiración. Si aparece algún pensamiento lo invitas a retirarse, incluso puedes decirle que más tarde lo atenderás. Ahora, lo único presente es tu respiración.
Tu ritmo, conscientemente, disminuye y te centras en lo que estás haciendo aquí y ahora. La respiración siempre nos trae al tiempo presente, por eso es importante prestar atención a la respiración unos instantes al día.
Respira. Sé bien consciente de ello. Inhala por la nariz,
exhala por la nariz. Cierra los ojos y vuelve a respirar. Relaja tu cuerpo. Siéntelo. Toma consciencia de las partes que lo componen. Recórrelo mentalmente y ve relajando cada parte. Pies, pantorrillas, muslos. Cadera, glúteos y pelvis se relajan ahora. Siente la distensión en tus órganos internos y pasa a relajar el pecho y la espalda. Descansa los hombros, el cuello, brazo, antebrazo y manos. Siente la temperatura de las palmas de tus manos. Vuelve a repasar el cuello y descansa la garganta, el mentón, las orejas, la lengua, la nariz, los ojos, las cejas, la frente, el cuero cabelludo. Todo tu cuerpo está pesado y los pies fuertemente adheridos al suelo.
Respira. Respira. Respira.
Mientras lo central es tu respiración, levanta ambas manos en forma de "U" abierta y agradece todo lo que te trajo hasta aquí. Hasta este tiempo único de aprendizaje profundo. Agradece y siente como ese agradecimiento sale y se expande desde tu chakra corazón. Es una enorme esfera de color rosa brillante que hace cosquillas en tu pecho. Cada vez es más grande y cambia de color a un dorado profundo. Ahora, es más grande todavía, está a punto de salir de tu pecho y sientes la vibración armoniosa de la felicidad que te produce el agradecimiento que surge del amor que habita en ti, reflejo del Amor de la enegía Femenina que lo ha creado todo. La esfera es ahora de un intenso color plateado brillante. Se ha expandido y te cubre totalmente. Desde ahí, el agradecimiento se expande al mundo y se multiplica.
Deja la mano izquierda en alto, baja la mano derecha y coloca la palma de la mano paralela al suelo. Recibe a través de la palma izquierda la energía más pura y radiante, se mezcla con la esfera que te cubre, la purifica aún más, elimina de ti cualquier impureza energética y se lleva todo dolor o densidad sin que debas pensar en ello. Tu confianza es tal que puedes ver como pequeños trocitos oscuros y opacos de energía se van por tu brazo derecho y salen a través de la palma de la mano siendo absorbidos inmediatamente por el suelo que cubre la tierra que todo lo transmuta.
La energía de la Madre es así. Todo lo da, pero todo lo recibe. Ella tiene la capacidad única, fuerte y viva para liberarte de aquello que ya no debe estar en tu vida y llenarte de las bendiciones de la luz y el amor incondicional que nos enseña.
Respira. Ponte en posición cómoda. Toma consciencia de tu cuerpo. Vuelve a agradecer. Sacúdete un poco para despejar el excedente de energía y que retorne a la Fuente. Y, por último, si lo deseas, toma nota de la experiencia.
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