Más de una persona leyendo este tipo de blogs, se habrá preguntado qué hace a una persona ser o no una bruja o brujo. Probablemente, algunas personas (o muchas) ven a la magia como algo perteneciente al mundo de la literatura o el cine, con estereotipos muy marcados, que nacen del arquetipo de la anciana sabia o la mujer seductora y con poder fruto de la manipulación mágica. Pues bien, ser bruja -y en este artículo la palabra bruja incluye también a los brujos-, más allá de la edad que se tenga, se relaciona mucho a la sabiduría interior, a esa anciana sabia que reside en cada uno de nosotros como seres duales. En esa dualidad, incluyo a los varones y su contacto con su aspecto femenino. La bruja, solía ser una mujer entrada en años y que acumuló durante años la sabiduría de la naturaleza. Experimentó, aprendió de lo que sus ancestras le enseñaron, se equivocó y se animó a seguir. La magia es algo tan natural que por ello nos valemos de las hierbas, las piedras, las energías de la