Llueve en algún sitio. Cada gota caída sirve para limpiar el alma. No hay pecado. No existe. Sólo es redención del amor de la Gran Madre en cada uno de los seres del Universo. El agua nos limpia de la dicotomía y nos ayuda a ver la dualidad necesaria en todas las cosas, en todos los actos y pensamientos, el complemento. El agua nos lleva a la Unidad: Mente, Espíritu, Cuerpo, Esencia. SER. ... La lluvia marca un tránsito y nos vuelve a la Tierra. Viene del Cielo, pero no es parte de él. Cae a la Tierra y no es parte de ella. La lluvia es un conector sagrado que todo lo socava, todo lo mueve y todo lo limpia. Cada gota es un instante y un recuerdo. Cada gota, una proyección y un deseo. Cada gota, una realidad y toda la magia. (De mis escritos: Instantáneas de una Bruja )